Hoy vamos a darnos un baño en lo "jondo" de nuestras memorias, para comprender el presente en el que estamos nadando o, mejor dicho mal buceando.
¿Recuerdas, cuando de pequeño en el cole, luego en el instituto, o en la carrera, te habías pegado una tarde, o un fin de semana de lujo, sin dar un palo al agua? ¡Tiempos felices! ¿verdad? Recuerda, la mañana siguiente, sentado en tu pupitre, el/la profe al frente, con mirada inquisitiva, preguntando la lección que deberíamos haber estudiado; buscando un alumno para salir a la pizarra/encerado y que mostrase ante el resto su sapiencia o estulticia... recuerda el escalofrío, el sudor frío, las palpitaciones (cachis, todos los joíos lunes iguales), el encogimiento de cuello y ¡et voilá! ojos, párpados y cabeza hacia abajo. El objetivo: la lucha contra la naturaleza, o encoger lo más posible, para ser más pequeño que el resto de compas y que no se me viera (cosa difícil, porque yo, al menos, era de las altas de la clase).
A eso, un grupo de sabios expertos en internet (un abrazo para ellos, de esta humilde luser) lo denominan el efecto cocodrilo.
Imagine el lector ahora, a sus reales, en el trabajo, en una reunión incómoda, o en un grupo que prepara un tema "de los durillos". Y hay un jefe (porque los trabajos, es lo que tienen, que suelen tener algún jefe) que lanza una pregunta al aire, o que pide una explicación, o busca un responsable (¡paso al frente, machotes!). Y entonces, se produce "el efecto cocodrilo": desaparición de c2-c3 y c3-c4, caída de párpados por debajo incluso del mentón y cabezas que milagrosamente, caben detrás de las pantallas de los "pecés" , de los folios, e incluso de las libretas (yo soy testigo de ello).
Los cocodrilos, son esos animales verduscos, que sobreviven desde tiempos inmemoriales (nos preceden, por algo será), muy dados al llanto fácil (como servidora), de diferentes tamaños y gran inteligencia. Supongan a una familia de cocodrilos en un pantanillo, o en una charca (por acotar el estudio); ahí están ellos, nadando o buceando plácidamente, comiendo, pensando,... a su rollo, vamos.
Y mira por donde, que aparece el cazador o cazadores (y los cazadores, es lo que tienen, que les da por cazar animales mayormente), con su escopeta gorda, para usarla y que luego todo el mundo diga lo tiarrón que es (suspire conmigo el amable lector).
Y los cocodrilos, que son más listos que el hambre, saben que si asoman el morro por encima del nivel del agua de la charca, van a recibir un gran pepinazo en el mismo, y pasaran a "modo alfombra", o "modo zapatos", o "modo bolsito". Así que cuando ven los zapatones amarillos de los cazadores asomar, meten el hocico dentro de la charca, y solo asoman los ojos (y lo mínimo posible) para evitar ser diana fácil.
¿le suena al lector?
Seguro que ya estáis pensando cómo combatir el efecto cocodrilo, igual que yo. Porque si no, como pasó ayer en el Congreso, se nos peta la charca de cazadores y escopetas, y es realmente aburrido vivir sacando sólo los ojos a la superficie (yo conozco un cocodrilo, de hecho, que sabe asomar una pestaña y nada más). Todo el mundo sabe que lo más bonito que tiene un cocodrilo es el morro (el que piense en la cola, decirle que la cola es imponente, pero para bonito: el morro).
Yo he pensado, que si quedamos todos los cocodrilos a la vez, para sacar el morro, igual hasta nos llevamos un exquisito manjar a la boca (a mi me encanta una sabrosa pierna asada), o se aturullan los cazadores y se disparan unos a otros, porque ya sabéis, que el hombre es un lobo para el hombre (y los políticos son dos lobos)...
También se me ha ocurrido deslumbrarles: si nos ponemos todos un mismo distintivo, los rayos de sol que inciden sobre la charca se concentran en los mismos distintivos y se disparan sobre las pupilas cazadoras, provocando una miosis grupal y cegándoles del tirón: y a zampar!!
Para eso, os invito alegremente, a que sigáis poniéndoos el lazo verde. En mi centro de salud lo llevamos ya. Me consta que en otros servicios hospitalarios de España se luce alguno también.
El resultado es bestial: he visto cómo un par de cazadores bajaban la mirada (alguno de ellos se lo ha puesto también, pasando a modo cocodrilo, como debe ser). El resto de animalillos también lucen sus hermosos lacitos verdes, y merodean por la charca con una gran sonrisa, sin miedo ya a los cazadores, que están como "acongojaos".
¿se te ocurren más formas de combatir el efecto cocodrilo?
nt: envíen más guiris, los últimos estaban deliciosos! |
pd: este post es un "guiño" para un compañero que bucea por los mares del sur: Carlos Núñez, el @enfermeractivista y su blog El EnfermeraCtivista, que a veces vienen nadar un ratico por esta charca, y a Miguel, @miguel_garvi, twittero desde los pantanos extremeños, al amigo Iñaki, @goroji y su blog Sobrevivirrhhé (ese café, qué?) y sobretodo, sobretodo, a mi queridisísimo cocodrílo que me aguanta los bocaos, cada día desde hace 11 años (o más) y me hace más liviano el chapoteo, junto con nuestro cachorrillos. Gracias por la idea!!
Gracias Rocío por la dedicatoria! Ya sabes que estoy encantado de compartir charca con vosotros, te debo un post muy #enfermeraCtivista y con un gran lazo verde y mostrando un gran luto de viernes por una sanidad publica
ResponderEliminarNegro y verde!! Mola!! Es un gustazo escorarse contigo, Carlos, de cocodrila a cocodrilo; al menos cada día, sacamos más morros!! Un abrazo!
ResponderEliminarRoci, me encantan los cocodrilos... y mas todavia que te acuerdes de Papa-cocodrilo, que bonito¡¡¡¡¡.La Eli sigue tu Blog, no se olvida de ti , rodeada de Caimanes pero muy contenta.Un besote enorme
ResponderEliminarEli, me gustaría verte por un agujerito, con ese desparpajo tuyo, moviendo la coleta entre los caimanes.
ResponderEliminarTenemos un par de ideas más para hacer, hermosa, ya hablaremos!! jejejeje
Un beso cocodrila!! que tú haces posible que los cocodrilos bailen en pareja!!