Un compañero,Jose Ramón Martinez Riera, en la revista Rol, habla de la crisis y las enfermeras, y toca el tema de la inmersión en la fascinación tecnológica, en detrimento de la asistencia carnal, en sí.
Es cierto que hay mucho cacharro en nuestras consultas, que los aparatos, con cables, luces y pitos, resultan vistosos y socorridos; un poner, si va usted a un domicilió, a atender a un señor que se ha privado, y nada más llegar, le coloca el "pulsioxímetro", le hace una glucemia capilar con el "glucómetro", y le enchufa el DESA (desfibrilador externo semiautomático), probablemente, el entorno del señor, ante ese despliegue tecnológico, crea inconscientemente, que su familiar está en mejores manos, que si llega el galeno con su compañera, le auscultan, le exploran, siguiendo el "modo clásico" de una manera ordenada y protocolizada, llegando a una conclusión o juicio clínico más exacto, que los primeros más mecanizados.
A mi niña le gustan mis manos, a mis pacientes también, estoy segura.
Cuando están afligidos, preferirán su calidez,sensibilidad, suavidad y cercanía, antes que cualquier aparato. Los cacharros no calman, no alivian: las manos sí.
"Me gustan tus manos, mamá"
"Gracias pequeña, me enseñas cada día"
http://botellasalmar.wordpress.com/2011/11/21/manos/ |
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